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El narrador: cómo elegir el más adecuado para tu novela


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Por César Sánchez Ruiz



Teclado



A estas alturas ya debes de saber qué tipos de narrador existen, pero lo que quizás no tengas claro es cuándo conviene usar uno u otro. Es importante que sepas lo básico al respecto, ya que una mala elección del narrador puede dar al traste con tu novela. En este artículo te explico todo lo que necesitas saber.

Nota: existen muchos tipos de narrador, y variantes de cada uno, así como narradores que están a mitad de camino entre uno y otro, y, aparte, podemos combinar narradores, es decir, usar varios en una misma novela. Para no alargar el artículo en exceso, me limitaré a hablarte de los cuatro que se usan con más frecuencia.

Bien, vamos a ello:

¿Cuándo usar un narrador protagonista?

Si en tu novela cuentas la peripecia de un único personaje, lo recomendable es que hagas que la historia la narre él, es decir, que uses un narrador protagonista. Es, de todos los narradores, el más sencillo de usar. El narrador protagonista se limita a explicar lo que le sucedió a él: qué presenció, qué pensó, qué hizo... Es la manera más intuitiva de explicar unos sucesos: normalmente, en la vida real, cuando contamos algo, contamos lo que nos pasó a nosotros, en primera persona, y no lo que le pasó a una tercera persona.

Ahora bien, la ventaja que representa el hecho de que el narrador protagonista se limite a explicar los hechos según la perspectiva del personaje y que, por tanto, apenas tengamos que preocuparnos de maniobrar con el punto de vista de la narración, ya que será siempre el del personaje, es también una desventaja: un narrador protagonista no puede explicar nada que no forme parte de la vivencia del personaje ni de lo que este no tenga conocimiento.

Esto significa que, en el caso general, no podrás comunicar hechos que tengan lugar donde él no esté ni las intenciones o pensamientos de otros personajes. Es por ello que, salvo excepciones, únicamente podrás usarlo para narrar historias que consten de una única línea de acción: la del protagonista.

Por ejemplo, si narras la historia de un secuestro, y haces que la protagonista y narradora sea la persona a la que secuestran, no podrás explicar cómo, en la sala de guardia, los secuestradores están nerviosos porque no les han pagado el rescate ni lo que, en su casa, decidan los familiares de la víctima.

Un narrador protagonista tampoco permite explicar hechos que transcurran mientras el personaje esté dormido, en coma o incapacitado mentalmente de cualquier otra forma, salvo lo que pueda pasar por su cabeza mientras se encuentra así, ni posteriores a su muerte, a menos que nos tomemos la licencia de hacer que explique cosas desde el Más Allá.

Por otro lado, has de tener en cuenta que el narrador protagonista requiere que los hechos estén narrados con la voz del personaje, y esto, en algunos casos, puede resultar complicado. Por ejemplo, si el personaje tiene una edad muy distinta a la tuya, o es de otra nacionalidad, o de otra época, o de otra galaxia, podrías verte incapaz de imitar su forma de expresarse, y deberás renunciar entonces a usarlo como narrador.

El narrador protagonista tiene otras limitaciones. Por ejemplo, no suele ir bien para narrar escenas en las que haya mucho ajetreo, como sería una batalla o una persecución, ya que el personaje, en su vivencia, tendrá una perspectiva muy limitada de todo lo que suceda, y esto impedirá que podamos informar adecuadamente de cómo se desarrolla la acción.

¿Cuándo usar un narrador testigo?

Bien, pasemos a otro tipo de narrador. En ocasiones nos puede interesar ocultar parte de la vivencia del protagonista; por ejemplo, podría convenirnos no comunicar qué sabía o qué hizo en ciertos momentos de la historia. En casos así nos podrá ir bien usar un narrador testigo, es decir, hacer que quien narre sea un personaje distinto al protagonista. Un narrador testigo permite generar un defícit de conocimiento en relación a la vivencia del protagonista: el lector únicamente sabrá de ella la parte que otro personaje presencie.

Por ejemplo, si estamos narrando una historia de detectives, podría convenirnos no informar inmediatamente de todo lo que el protagonista vaya averiguando, sino hacerlo más adelante en la historia, y así darle la opción al lector de que lo averigüe por sí mismo. Ya cuando el protagonista se digne a informar de sus averiguaciones al resto de personajes, el narrador podrá comunicárselas al lector.

Un narrador testigo también permite comunicar hechos que el protagonista no presencie o informar de algo de lo que el protagonista no tenga conocimiento, siempre que, claro está, el personaje que narra sí presencie esos hechos o tenga este conocimiento.

Otra ventaja del narrador testigo es que permite narrar con una voz distinta a la del protagonista. Si, por el motivo que sea, la forma de expresarse del protagonista no resulta fácil de imitar, y hay otro personaje que se expresa de una manera más sencilla, podemos ponerle a él de narrador.

La principal limitación del narrador testigo es que únicamente podremos recurrir a él cuando dispongamos de un personaje que permanezca junto al protagonista durante prácticamente toda su peripecia. Por lo general, para que un personaje pueda actuar como narrador testigo, deberá ser el coprotagonista de la historia.

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¿Cuándo usar un narrador omnisciente?

El narrador testigo, al igual que el narrador protagonista, no nos servirá en aquellos casos en los que necesitemos narrar con una perspectiva más amplia que la de un único personaje. En estos casos tendremos que valernos de un narrador omnisciente. Se trata de un narrador que tiene pleno conocimiento de la historia y de los personajes. Al contrario que el narrador protagonista y el narrador testigo, el narrador omnisciente no es uno de los personajes de la historia, sino alguien externo a la misma, y, como tal, en ningún momento se refiere a los hechos en primera persona, sino en todo momento en tercera.

Este narrador puede narrar con la perspectiva que le plazca: no tiene, en principio, limitaciones al respecto. Así, puede narrar a ratos con el punto de vista de un personaje, a ratos con el de otro, a ratos con un punto de vista más general... El narrador omnisciente puede comunicar los pensamientos de quien quiera, así como contar qué había sucedido en el pasado o qué sucederá en el futuro.

Otra ventaja que tiene el narrador omnisciente es que, como narrador externo que es, permite narrar con una voz que no sea la de ninguno de los personajes, y que podrá ser la nuestra propia, a menos que, por el motivo que sea, necesitemos que tenga una voz particular.

La plena libertad que tiene el narrador omnisciente para informar de lo que quiera es también su principal desventaja: requiere que sepamos controlar que no se dedique a ir informando ahora de esto, ahora de aquello, ahora de vuelta a esto, de manera indiscriminada, y con ello el lector se nos maree. Lo recomendable es que hagamos que el punto de vista con el que narra no cambie más que de tanto en tanto, y siempre de manera que los cambios no desorienten al lector.

Por ejemplo, si estamos narrando cómo alguien lucha por sobrevivir en un mundo que ha sufrido un cataclismo, un narrador omnisciente nos permitirá narrar cómo había tenido lugar el desastre, cómo era la vida ahora, cómo el protagonista luchaba por sobrevivir e, incluso, qué sucederá en el futuro. Ahora bien, tendremos que vigilar que, por ejemplo, una vez el narrador haya comenzado a mostrar, en una escena, los pensamientos del protagonista, no pase, de repente, a explicar qué piensa otro personaje, ni siquiera uno que esté junto al protagonista, ni a dar información sobre el escenario con una perspectiva externa, sino que deberá acabar de exponer los pensamientos del personaje y, luego ya, cambiar el punto de vista, siempre vigilando que el cambio no resulte brusco.

Atar corto al narrador omnisciente requiere una cierta práctica, y es por ello que te recomiendo que, a menos que la historia lo requiera, no lo uses, sino que recurras a un narrador cuyo conocimiento de la historia esté limitado al de uno de los personajes.

¿Cuándo usar un narrador equisciente?

Ya por último, te hablaré del narrador equisciente. Es, al igual que el narrador omnisciente, un narrador externo, pero no tiene pleno conocimiento de la historia, sino que se limita a narrarla según la vivencia de uno de los personajes (el protagonista, por lo general). Así, el narrador equisciente narra en tercera persona, pero su punto de vista es el de un personaje. Es por este motivo que a este narrador se le llama también narrador en falsa tercera persona.

El narrador equisciente te irá perfecto en aquellos casos en que, en circunstancias normales, narrarías en primera persona, pero, por el motivo que sea, no te convenga o no puedas hacer que narre el protagonista ni ningún otro personaje. El narrador equisciente permite narrar igualmente con una perspectiva interna, pero con la intermediación de una entidad externa a la ficción.

La principal desventaja de este narrador es que su uso no resulta tan intuitivo como el del narrador en primera persona. Por un lado, se refiere en todo momento a una persona que no es él, pero, por otro, su perspectiva de la historia sí es la de esa otra persona. Esta dicotomía provoca que no resulte fácil mantener el punto de vista del personaje, sino que se tienda a dar, incorrectamente, información con una perspectiva externa.

Por ejemplo, si estás narrando cómo el personaje entra en un bar, únicamente podrás informar del quién estaba en el local en función de lo que el personaje perciba al entrar, por más que tú, que has ideado la historia, sí sepas quién estaba allí. Si no lo haces así, y te dedicas a dar información sobre el lugar sin tener en cuenta la vivencia y los conocimientos del personaje, no estarás usando correctamente el narrador equisciente.

Al igual que el narrador en primera persona, el narrador equisciente no te servirá en aquellos casos en que te haga falta narrar con una perspectiva más amplia que la de un único personaje, ya sea porque tengas varios protagonistas, o porque te interese narrar lo que sucede es un escenario en el que no esté el personaje, o por cualquier otro motivo. Deberás entonces recurrir al narrador omnisciente, del que ya te he hablado, o bien usar un narrador múltiple, es decir, usar una combinación de narradores, con la dificultad adicional que ello implica.


Recientemente he escrito un artículo en el que pongo un ejemplo real de elección acertada del narrador: el de una novela conocida. Es un contenido que no he publicado en el blog. Si lo deseas, puedes recibirlo por email.



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